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We are all Goddesses and Themis by R Caballero

  • “Todas somos Diosas y Temis”
  • 2016
  • Tinta china
  • ©

Gustavo Armijo y su razón para continuar interpretando la vida

Gustavo Armijo es un artista que basa su trabajo en la constancia y la versatilidad. Cada nueva obra aparece dentro de una línea que desciende hasta engarzar con lo conocido y específico, a la vez que busca empujar los linderos con mesura. Entre la constancia y la versatilidad encuentra la tensión correcta, el punto en que las cosas adquieren movilidad pero sin prisa ni arrebatamiento.

En Armijo, esta visión del arte ha sido una conquista prolongada: años de formación en Honduras, México, Estados Unidos y Costa Rica, y una vocación colectivista generacional e intergeneracional en las artes plásticas y las artes en general.

En alianza con lo anterior está el clima cultural que le ha impactado desde su juventud, que en lo político queda subrayado por el mayo del 68, la lucha por los derechos civiles, la guerra de Vietnam, el asesinato de Allende, la crisis del petróleo y la revolución centroamericana, y en lo artístico, por la llegada del pop, el conceptual, el povera y el performance, junto a las nuevas continuidades de la abstracción y la figuración.

Sin embargo, para entender a Gustavo Armijo y a muchos artistas hondureños posteriores a 1960, es más preciso observar el caudal de la figuración expresionista, cuya fuerza ha modelado su creación en contenido y finalidad.

En este trayecto se ubica la obra “Todas somos Diosas y Temis” un conjunto de piezas que interpretan la convulsión social de Honduras en uno de sus sectores más dramáticos: el femicidio.

Las circunstancias sociales en este país son tan brutales para las mayorías que todo acto de dignidad personal se torna una aventura, cuando en verdad debieran ser actos de responsabilidad. En un desamparo de esta magnitud, es tan palpitante para unos el amor por la vida como para otros una profunda molestia. Tenemos que reconocer que cuando la violencia encuentra su curso, destruye familias y comunidades a la vez que desgasta nuestra humanización entera.

La posición de Armijo es a favor de la vida y de las víctimas, impugnando todas las formas de la violencia, así como los contubernios y las indiferencias que la acompañan. Sin embargo, su visión no se detiene en el acento crítico, sino que avanza hasta darnos un reporte de optimismo (al cual sirve el paisaje como metáfora), que en verdad los movimientos sociales han venido materializando en la defensa de los derechos humanos, y más precisamente en la promoción de los derechos de las mujeres.

Todo esto nos lleva a entender por qué la opción estética de Armijo tiene una orientación instrumental, como ha sido el deseo de gran parte del movimiento expresionista tanto en Europa como en el resto del mundo, donde la definición se cumple mediante el cuestionamiento de lo social, o mejor, de los lados difíciles del capitalismo.

En “Todas somos Diosas y Temis” la simbología busca distribuirse de modo equilibrado, haciendo que el tono “crítico” quede aparejado con el tono “utópico”, así los rostros se forjan y se disuelven en un paisaje donde la “evidencia” de la muerte se funde con un “amanecer” al que, después de todo, tenemos todos tenemos derecho.

En otra línea de connotaciones, esta vez relacionada con la Diosa Temis (símbolo de la justicia), el artista utiliza las formas de tortura que los criminales aplican a sus víctimas (ataduras en los ojos) como “entradas gráficas” que nos obligan a pensar que, muchas veces, los operadores de la justicia en Honduras se hacen los “ciegos” ante la muerte de muchas mujeres. En realidad, las estadísticas actuales apoyan esta interpretación.

Gustavo Armijo 2017 Foto © El Heraldo Honduras
Gustavo Armijo - Honduras

Para fortalecer su enunciado, Armijo desarrolla una obra en orden secuencial, generando un conjunto de cuadros que dramatizan el femicidio al tiempo que fortalecen las sospechas de que la “ceguera” en Honduras es muchas veces algo consciente y planificado, de modo que es retóricamente correcto el aspecto modular de la imagen, adicionalmente porque nos informa de que una excepción puede convertirse en constancia, haciendo que la muerte le gane la partida a la vida, la injusticia a la justicia… Sin embargo, este acto crítico es también persuasivo: desea que actuemos en dirección propositiva.

Es interesante. Para decir todo esto, Armijo se vale de una tecnología sencilla: el dibujo. De modo que así se permite establecer una conexión con las formas de comunicación conocidas: la carta y la pancarta. De un lado la intimidad; del otro, la ciudadanía. Sin duda, de ambos momentos se ilumina este artista. Individuo y sociedad son una continuidad reconocida. En el artista también es cierto que su moral y estética se hacen un solo nudo cuando hay que entender la continuidad de la vida.

Ramón Caballero, curador independiente


“Todas somos Diosas y Temis. Homenaje a la mujer hondureña” por Francesca Randazzo Eisemann, Doctora en Sociologia

Enviuado por Ramón Caballero

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