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La Invención Colectiva sin Magritte

Hernán Gallardo

La Invención Colectiva sin Magritte - Para Hernán Gallardo había una pintura de Magritte que particularmente le había llamado la atención, era un cuadro donde se muestra una sirena, el mítico personaje mitad pez y mitad mujer, pero lo muestra de una forma particular: el torso es de pez y las piernas de mujer. La interpretación más corriente al ver el cuadro es que hay un error, ya que todos “sabemos” que las sirenas no son así, que en realidad tienen un torso de mujer y en lugar de extremidades la cola de un pez.
Ejemplo de texto, del 21 agosto. Les habitants des hauts plateaux craignent que le projet ne les prive de leurs ressources en eau. | Chile/Cecile Bouscayrol
  • “La Invención Colectiva sin Magritte”
  • 2012
  • Xilografía
  • 150 x 135 cm
  • ©

Para Hernán Gallardo había una pintura de Magritte que particularmente le había llamado la atención, era un cuadro donde se muestra una sirena, el mítico personaje mitad pez y mitad mujer, pero lo muestra de una forma particular: el torso es de pez y las piernas de mujer. La interpretación más corriente al ver el cuadro es que hay un error, ya que todos “sabemos” que las sirenas no son así, que en realidad tienen un torso de mujer y en lugar de extremidades la cola de un pez.

La “transformación” de la imagen de sirena deconstruye el orden existente entre las imágenes, las palabras, y las cosas, y al hacerlo nos permite ver hasta que punto estamos sujetados a un concepto de realidad construido, a verdades que suponemos objetivas e indudables, pero que sin embargo no son otra cosa que el producto de un efecto discursivo hecho cuerpo por nosotros y nosotros mismos. El significado que atribuimos a las palabras y las imágenes que tenemos del mundo colapsa ante la irrupción de una multitud de significantes que lejos de constituir una explicación de la imagen, cuestionan lo que definimos como real. Las sirenas no existen pero de alguna manera son reales en la medida en que las asociamos con una forma determinada aunque para nuestra percepción y conciencia es posible aparecer y ser pensadas, de manera diferente. El pintor nos demuestra que la sirena constituye una verdadera invención popular, una “invención colectiva”, un concepto construido.

Entonces en el ejercicio del grabado, Gallardo re-interpreta en técnica xilográfica a esta curiosa sirena de Magritte y en cierto modo la recorta, haciendo un traslado a un soporte poco habitual en sus trabajos, la tela teñida pasa a ser su nuevo papel donde el teñido semi-intencionado se define por los azares de los nudos y amarras.

Con este panorama integra otro elemento “La falsa sirena de Fiji” como una historia alterna para desmarcarse de la influencia y el peso de Magritte, y también para formularse de nuevo la pregunta : ¿ Es esto un grabado ?, pues técnicamente hay un tema de traslado de imágenes que no son producto de una matriz convencional, estas provienen del mundo de la reproducción digital con la técnica del transfer, muy utilizado en la confección de poleras y artículos publicitarios pero llevados al contexto de la producción de un grabado. Por otro lado recurre a la puesta en escena de otros elementos como embarcaciones, líneas segmentadas que nos recuerdan los trazados cartográficos náuticos antiguos en donde la certeza de la realidad es totalmente incierta.

No puedo dejar pasar la oportunidad de citar algunos pasajes de la narración sobre la falsa sirena de Fiji, presente en algunos blogs de la red.

“ El otro día os hablamos por aquí del genial Phineas Taylor Barnum (1810-1891), uno de los mayores embaucadores de la historia, un mentiroso que llenó salas de museo y de circo con un descaro apabullante. Pues bien, hoy os voy a hablar de una de las “atracciones” que llevó a su “Barnum’s American Museum” de Nueva York. Se trata de “La Sirena Fiji”, un timo como un castillo que, sin embargo, se convirtió en un éxito de masas…

Pero empecemos por el principio. Estamos a mediados del siglo XIX. Hay que dejar claro que en aquellos años los estafadores, los vendedores de humos y tónicos milagrosos, los charlatanes campaban a sus anchas. Por otro lado Nueva York recibía gente de todas partes del mundo, ávidos por conocer el “País de las Oportunidades”, como comenzaba a ser llamado. Pues bien, un día de 1842 llegó a la Gran Manzana un distinguidísimo en apariencia señorito inglés, que se hacía llamar Dr. J. Griffin y que ostentaba tener una vastísima cultura y pertenecer a la jet set de los hijos de la Gran Bretaña. Incluso presentaba las magnificas credenciales de miembro de un tal “British Lyceum of Natural History”, que como todo en él, no existía realmente.

En realidad se llamaba Levi Lyman y era un charlatán más.

Pues bien, este señor llevaba en su equipaje lo que podría haber sido uno de los descubrimientos científicos más importantes de la historia: nada más y nada menos que lo que él aseguraba que era una sirena de verdad. El colega aseguraba que había sido capturada en las Islas Fiji, y su maniobra había empezado meses antes, cuando había mandado, habilidosamente por su parte, varias cartas a varios medios escritos hablando de su descubrimiento. Así que cuando llegó a la ciudad se convirtió en la comidilla de los periodistas, ansiosos por entrevistar al supuesto doctor.

Pero ya tiempo antes había entrado en escena P. T. Barnum, por aquel entonces en todo lo suyo con su museo de excentricidades. Este se ve que se enteró de la movida de la sirena en una nota publicado en The New York Herald, y rápidamente se puso en contacto con el tal Griffin por carta. Y fue precisamente Barnum el que sirvió de intermediario entre el falso doctor y la prensa, y el que tuvo que mostrar un falso grabado, supuestamente hecho por Griffin, en el que se mostraba a una bella dama con cola de pez, para acallar los rumores de que toda la historia era mentira. Se lo tragaron, y crearon una enorme expectación. Toda una hábil estrategia publicitaria del fantástico Barnum, aliado ya totalmente en la estafa con Levi Lyman, el falso doctor.

Durante semanas se habló del tema. Todo el mundo estaba ansioso por ver el magnífico descubrimiento. De hecho, el día de la primera exhibición había una cola de miles de personas esperando para entrar en el museo de Barnum.

Pero la cosa no fue finalmente como todos esperaban.

En vez de encontrarse con una bella dama con cola de pez se encontraron con un ser monstruoso con una de las expresiones de dolor más horripilantes jamás vistas. Claro, la gente se quedó perpleja.

Se les había caído el mito de las sirenas bellas. En realidad eran unos seres horribles.

Bueno, en realidad aquello era una farsa tan burda como maravillosa: era la cola de un salmón disecada y cosida al cuerpo de un mono que Griffin había comprado por unos centavos a un vendedor de porquerías un tiempo antes.

Cuando finalmente se descubrió el engaño, increíblemente bastante tiempo después, ya se habían marchado todos los implicados. Barnum le echó la culpa a Griffin, aunque ya su nombre quedó en entredicho (una vez más). Aún así la continuaría mostrando en su museo y en sus show ambulantes, hasta que por desgracia fue pasto de las llamas en el incendio que sufrió el museo de Barnum en el año 1860. Actualmente se conserva una copia, que está en posesión de la Universidad de Harvard y se encuentra expuesta en el Museo de Arqueología y Etnología Peabody.Una de esas historias repletas de mentiras pero que, aun así, son maravillosas”.

Es también curiosa la selección que hace Hernán Gallardo, René Magritte se encarga de problematizar o dar una lectura distinta a la convencionalidad de lo que las personas aceptan como cierto y por otro lado Barnum intenta con éxito embaucar y engañar al público en una situación en donde el ingenio pareciera alivianar la falta de una descarada estafa

“ La Invención Colectiva sin Magritte” (150x135 cm) es una obra realizada exclusivamente para la exposición del Centro del Grabado de Valparaíso “EL AGUA Y SU DE-CONSTRUCCION” en la Sala Viña del Mar.

Hernán Gallardo

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