Limografías de G. Colón
G. Colón comenzó pintando, pero toleraba mal la sutileza de la pintura, el modo en que el pincel lame o acaricia la tela sin hacerle violencia y el modo en que la pintura, en general, oculta la violencia con que el tiempo, en su aspecto más negativo -el “tiempo-cáncer” del que hablaba Beckett-, se enseñorea sobre las cosas, cuarteándoles sin piedad el estuco o corriéndoles el maquillaje: lo brillante, lo pulido, lo inmaculado, todos los elementos de nuestra industria y arte sin sombra.
G. Colón 2012 Exposición "Limografías" © Foto Guillermo González Stambuck
Tiempo después, cuando la incomodidad amenazaba con llevarlo a la exasperación y buscaba inútilmente una salida a través de la fotografía, G. Colón descubrió el arte de los objetos encontrados y ensamblados (los assemblages) y comenzó a dar forma a una obra prodigiosa, que no ha parado desde entonces y en la que la violencia o los estigmas del tiempo – el óxido, el polvo, la rotura, las quemaduras, las manchas y en general las deposiciones – no son nunca escamoteados o rehuidos, sin contar que las ruinas o los retazos con que crea sus objetos - según un diagrama que manda no ocultar los puntos de sutura, los apuntalamientos fallidos, las prótesis o los “suples” - provienen ellos mismos de un lugar de corrupción, terminal o cinerario: la Zona, un territorio residual del extrarradio que crece a manchones; lugar de abandono y huerfanía, que G. Colón recorre ritual y concentradamente desde hace al menos veinte años.
G. Colón 2012 "Limografías" © Foto Rodrigo Rojas Donoso
Las limografías –invención relativamente reciente del artista– forman parte entonces de un plan más amplio y tienen incluso antecedentes: 1) las decantaciones, una serie de repositorios de vidrio con los que intentaba dar presencia y prestancia por primera vez a las marcas o las huellas que dejan en los objetos los fluidos cuando se evaporan y sus mínimos sedimentos se calcarizan; 2) las cartografías, una serie de mapas imaginarios y del extravío, trazados con anilinas o tinturas de origen farmacéutico – metapío, yodo, azul de metileno –, arrojadas entre otras materias menos sutiles de la Zona.
Las limografías – lit. “escritura del limo” o “del sedimento” – reproducen de algún modo estos procedimientos, pero entrañan a su vez un retorno más decidido aún de G. Colón a la superficie lisa, bidimensional, de los inicios; como si la pintura hubiese sido reinventada de algún modo a través del objeto violentamente ensamblado, sometido al tiempo y a la presión característica del grabado. Las limografías, de hecho, son una forma peculiar de grabado, realizado directamente por el peso de uno o varios objetos sobre un papel “cargado” con un “caldo” por un tiempo prolongado.
De la pintura, entonces, las limografías recuperan la mancha, del assemblage el objeto torturado por el tiempo y del grabado la presión y la hendidura irreparable. Son una decantación, en una palabra, de muchas técnicas e intereses de G. Colón y de muchos años de esfuerzo solitario. Conozco, de hecho, pocas obras tan solitarias como la suya y en esa soledad, algunos, nos sentimos acompañados.
Bruno Cuneo
G. Colón 2012 Exposición "Limografías" © Foto Guillermo González Stambuck
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G. Colón