Andrea Mahnke Torres
© Andrea Mahnke Torres
Soy Licenciada en Artes Plásticas con mención en Grabado de la Universidad de Concepción.
Como muchos niños, comencé a dibujar desde muy pequeña, y después seguí haciéndolo prefiriendo esta actividad ante cualquier otra. Mis primeros temas eran los animales, especialmente los osos. Este comentario puede parecer absurdo, pero explica cómo he trabajado y cuáles han sido mis motivaciones. Si bien en Chile no hay osos, yo los tenía de peluche y a partir de ellos dibujaba, por lo que hacerlos no me era lejano, aunque fue grande mi impresión de ver a los verdaderos osos por televisión peleándose entre ellos por un salmón.
Siempre dibujé sobre lo que me era cercano y lo sigo haciendo, con marcadas motivaciones por lo que admiré de niña y como siempre he sido muy observadora se me hace fácil dibujar de mi registro mental sin necesitar un modelo.
© Andrea Mahnke Torres
A los 7 años hice algunas pinturas sobre papel e hice mis primeras estampas, muy cercanas al grabado, poniendo un poco de pintura sobre el palo de un pincel y untando sobre un papel que después era cubierto por otra hoja aplastándola, obteniendo una imagen opuesta. Hice esto unas cien veces, claro que mi matriz al ser de papel no servía para más de una impresión.
Empecé a pintar sobre tela y al óleo a los 17 años en el liceo y más tarde en la universidad mi trabajo fue muy escaso, enfocándome más en las entregas de cada ramo y dejando muy poco tiempo para la obra personal. El penúltimo año de la carrera tomé la mención de Grabado, donde mis técnicas favoritas fueron el aguafuerte y la litografía sobre poliéster. Me gustaban porque implicaban mucho dibujo y la estampación planográfica sobre poliéster permitía además adherir más detalles e ir imprimiendo rápidamente, creando secuencias. Con esta última técnica hice mi propuesta plástica, dibujando imágenes de fotografías familiares que llamé "La difuminación de la vida".
© Andrea Mahnke Torres
Al salir de la Universidad empecé a pintar con acrílico. Pinté retratos de mis gatos y algunos autorretratos en pequeño formato. También comencé a pintar árboles, a partir de una pintura que años atrás había hecho para una entrega, de un peral del patio de mi casa. Este peral fue repetido algunas veces en pequeño formato y seguí haciendo árboles todo ese año, con pinceladas lineales y colores fríos. Me gustó trabajar con acrílico y ha sido mi material predominante en la pintura por su secado rápido y por su funcionalidad con el medium para lograr veladuras.
He seguido dibujando y pintando árboles porque me conecta con mis orígenes, con las primeras cosas que descubrí. Encierran una fuerte carga emotiva y de identidad, a partir de las cuales se puede ejemplarizar sobre diversos aspectos de la vida. El árbol, lo vegetal, encierra una serie de metáforas para profundizar sobre experiencias muy humanas. Un árbol no nos es lejano, lo vegetal convive con nosotros y en último caso la persona, como espectador, puede sólo disfrutar de su belleza o su simpleza. Lo mismo pasa en el cuadro: me preocupo de lo estético, del oficio, de la pulcritud, para que sea disfrutado visualmente e interpretado y considerado en lo personal.
Toda obra es autobiográfica, no se puede separar la obra de la experiencia del artista, aunque el espectador le dé su propia interpretación, lo que puede ser válido. Mi trabajo es autobiográfico y mi círculo cercano, desde la niñez, fue muy pequeño. Como hija única dibujaba y se me daba la facilidad para dedicarle mucho tiempo, privilegiando esta actividad sobre otras que involucraran a más personas. Mis juegos eran a solas en el jardín de mi casa, que tenía muchos árboles, plantas y malezas, además de animales domésticos como perros y gatos. Mi mundo estaba condicionado en gran medida a este espacio vegetal, un poco silencioso, pero no menos agradable.
Tenía un cuaderno en que registraba dibujos de animales que encontraba en mis caminatas con amigas al aire libre y descripciones de este ambiente natural y urbano, lo que no ha cambiado en el presente. Realizo viajes a la cordillera donde registro fotográficamente los elementos que pueden enriquecer mi dibujo y pintura. De estas experiencias surgió mi inspiración para las malezas y arbustos que empecé a crear, nacidos de este ambiente árido. Me agrada la impresión que se crea de un espacio de texturas, con formas repetitivas que lo llenan todo. Creo que las plantas me dan muchas posibilidades de ejemplarizar en algo que intento añadir tanto al dibujo como a la pinturas: las tramas. Tramas de hojas pequeñas o grandes, círculos o elipses en gran cantidad, apegados unos a los otros y creando así zonas más oscuras, claras o planas. Un especie de achurado en base a pequeñas estructuras. Lo último ocurre también con las líneas, que me ayudan a dar mayor dinamismo a la composición; el movimiento que por sí sólo no generan las superficies bidimensionales.
Ya sea por la contemplación o por búsquedas personales, quiero que el dibujo me afecte. Cuando eso ocurre lo termino.