Retorno
Memoria de obra - Parte I
Christian Correa Serey © Foto Cecile Bouscayrol
La desaparición del rostro 1990-2000
A partir de los últimos años del decenio de 1980 empecé a pintar únicamente caras, principalmente femeninas, cuyos modelos eran los impresos de las revistas cinematográficas chilenas de las décadas del ‘20 y ‘30. Sin embargo desde el año 1990 fui de manera gradual concentrándome en la representación exclusiva de rostros masculinos que, inicialmente, también tenían como referencias gráficas antiguas revistas de cine y las fotografías de época, pero finalmente me dediqué a realizar apropiaciones de los estereotipos masculinos que eran publicitados en los catálogos de modas masivas, editados por las grandes cadenas de almacenes chilenos, industria que a mediados de los ’90 se encontraba en pleno proceso de expansión por las principales ciudades del país. A través de esas imágenes de segundo orden y procedencia visual heterogénea fui dando forma, progresivamente, a mi tema plástico que gravitaba entorno a la idea del rostro-máscara, representando una tipología masculina a través de los gestos corporales estereotipados de la publicidad. Utilicé distintas técnicas para interpretar esta temática a partir de un lenguaje figurativo de carácter ecléctico que incluía elementos que imitaban la factura fotográfica como otros abstractos, que juntos terminaban por tensionar la jerarquía compositiva en un mismo plano pictórico.
Sin embargo en los últimos años del siglo XX las distintas experiencias plásticas que ensayé para representar un rostro que me resultara válido en términos de “emoción” artística me parecieron agotados en su propio proceso representativo, entonces experimenté el cansancio en la dependencia del referente fotográfico y sentía la necesidad de liberarme de los modelos externos, fueran estos impresos o tomados del natural.
Enfrentar las problemáticas de la imagen no-figurativa significó para mí un cambio de paradigma y la conclusión de un proceso plástico de larga data al considerar el persistente interés que tenía por la bidimensionalidad del plano cromático en la pintura realizada durante el período 1990-99. Entré definitivamente a un campo de posibilidades que estaban fuera del ámbito narrativo o literario cuyo fundamento estético se encontraba en la búsqueda de mayor independencia formal y liberándome de la necesidad de ilustrar una idea con elementos ajenos al ámbito de la pintura. Partiendo de este punto de inflexión metodológico los significados posibles de la obra se fundamentan, desde ahora, solamente en la materialidad de la pintura y su trasfondo conceptual es el problema técnico de las superficies, lugar significante en donde el pintor construye su realidad y relaciones espaciales con el mundo. Consecuentemente son de la mayor importancia las dimensiones de los formatos que utilicé durante la etapa figurativa porque continúo usando medidas similares en mis cuadros más recientes, estableciendo así la persistencia del formato en las superficies pictóricas no- figurativas, como dispositivo metafórico para una subjetividad fragmentada.
Toda la obra que he realizado ha sido una búsqueda artística persistente en el contexto cultural chileno precario, los ’90 fueron para el país los años del retorno a la “democracia” consensuada con el inicio de una nueva etapa política conocida como concertación de partidos por la democracia y simultáneamente la consolidación, a todo nivel, del modelo económico de libre mercado que había sido impuesto por el régimen dictatorial anterior. Al mismo tiempo se produjo en este período la trascendental apertura virtual de fronteras con la implementación masiva de la revolución informática y propiciada por la red global de Internet. Cambios que influyeron radicalmente en nuestra percepción de la realidad para quienes crecimos y creamos en una cultura ensimismada y censurada.
Christian Correa Serey
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